martes, 10 de septiembre de 2013

lunes, 19 de agosto de 2013

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

DE DIOS DE LA RADA Y DELGADO, J., “Mosaico de Hylas, descubierto recientemente en el sitio de Los Villares, a 5 kilómetros de La Bañeza, Provincia de León”, Boletín de la Real Academia de la Historia, nº 36, 1900.

GÓMEZ-MORENO MARTÍNEZ, M., Catálogo Monumental de España: Provincia de León (1906-1908), Madrid, 1925.

GRAU LOBO, L. (Coord.), Museo de León: guía-catálogo de cien piezas: objetos de historia, León, 1993.

GRAU LOBO, L., Museo de León. Guía, León, 2007.

GRAU LOBO, L. Itinerarios por el Museo de León, León, 2007.

MÉLIDA Y ALINARI, J. R., “Informe acerca de la instancia de D. Darío de la Mata González ofreciendo en venta, o su ingreso, en calidad de depósito, en el Museo de León, de un mosaico de colores”, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, nº100, 1931.

PASTRANA GIMÉNEZ, L., “Sobre los mosaicos y otros restos romanos hallados en Quintana del Marco”, Tierras de León, nº 28, 1977.

REGUERAS GRANDE, F.; YAGÜE HOYAL, P.; MARCOS FIERRO, Rapto y Rescate del Héroe. El Mosaico de Hylas y las Ninfas. Museo de León, León, 1994.

El mito de Hilas y las ninfas

El mito del rapto de Hilas está presente en la literatura desde el siglo V a. C. aunque pudo existir desde antes ya que Apolonio de Rodas afirma que su historia había sido narrada por el poeta épico del siglo VIII a. C. Kinaithon en sus Herakleia. Pero no es hasta época helenística cuando el tema se retoma con más fuerza. Las narraciones más completas de esta época nos las ofrecen Apolonio de Rodas en sus Argonáuticas [Anexo C] y Teócrito en los Idilios. Salvo por algunos detalles, el contenido en ambas narraciones es el mismo: Hilas es arrebatado a su padre por Heracles, a quien acompaña desde entonces en sus aventuras siendo su amigo  y amante. Participa con los argonautas en la búsqueda del vellocino y, mientras viajan por la Propóntide, en una competición por ver quién rema más rápido a Hércules se le quiebra el remo por lo que deciden desembarcar en la tierra de Misia. A Hilas se le encarga ir a buscar agua y en la fuente o manantial las Ninfas se enamoran de su belleza y lo raptan. Heracles lo busca sin descanso y es abandonado en Misia por los argonautas que deciden partir sin él.

Apolonio de Rodas nos habla sobre la búsqueda de Hilas:
“Pero amenazó Heracles con devastar Misia si sus habitantes no descubrían el destino de Hilas, estuviera vivo o muerto. Ellos ofrecieron rehenes por él, escogiendo a los mejores jóvenes de su pueblo y le ofrecieron juramentos de no cesar jamás en la búsqueda por cansancio. Por esa razón aún ahora los habitantes de Cíos preguntan por Hilas, el hijo de Teodamante”. (Apolonio de Rodas, Argonáuticas, I, 1349).

En época Flavia esta historia es retomada por varios autores: Valerio Flaco (Argonautica), Ovidio (Ars Amandi), Estrabón (Geografía), Estacio (Silvas), Marcial (Epigramas), Virgilio (Georgicas). Valerio Flaco introduce una versión diferente del mito en la que Hilas no va en busca de agua sino que llega a la fuente persiguiendo por el bosque un ciervo enviado por Juno, lo que condicionará algunas características de sus representaciones a partir del siglo I.

Virgilio,  Ovidio y Marcial utilizan la figura del argonauta como un símbolo de la belleza ideal masculina o como muestra de los amores entre jóvenes y dioses:
 “Quédese lejos todo desafuero.
Tendrás que merecer, para que te amen,
el amor, y eso no te lo dará
tu cara o solamente tu hermosura,
aunque seas Nireo el bienamado
por el antiguo Homero, o Hilas tierno
raptado  por las Náyades vilmente”. (Ovidio, Ars Amandi, II, 110).

Otros autores nos hablan de la pervivencia del mito de Hilas en la zona de Misia. Según Estrabón los habitantes de la zona siguen celebrando una festividad en la que recorren las montañas en procesión llamando a Hilas. Antonino Liberal en sus Metamorfosis recoge la narración de Nicandro sobre este mismo tema y afirma que Hilas fue transformado en eco por las Ninfas. Menciona también una festividad en la que el sacerdote llama tres veces a Hilas y el eco le responde.  En ocasiones aparece otro personaje, Polifemo, que acompaña a los argonautas, e informa a Heracles de haber oído gritar a Hilas pidiendo ayuda.

En el siglo V el tema no estaba agotado ya que conservamos un epilio del poeta africano Draconcio en el que el rapto de Hilas se debe a una venganza de Venus, que hace prendarse a las náyades del compañero de Hércules como castigo por burlarse de ella y sus amores con Marte. Hércules e Hilas pasean por el bosque triunfantes tras haber cazado un jabalí y las ninfas se enamoran del joven debido a las flechas lanzadas por Cupido, enviado por su madre.

Es un antiguo mito agrario en el que el rapto de Hilas representa los ciclos de vida y muerte de la naturaleza. También se ha asociado comúnmente a la vida después de la muerte ya que el argonauta pasó de su vida terrenal a una vida inmortal en las profundidades de las aguas.

En cuanto a las ninfas, su pervivencia es muy larga y existen figuras similares en diferentes culturas. De la Rada nos habla de la pervivencia de la tradición del culto a las ninfas en la Península ya que podemos encontrar gran cantidad de monumentos epigráficos que aluden a ellas cerca de fuentes, ríos o manantiales. Concretamente en León apareció una dedicatoria hecha por el legado de la Legio VII Gemina Lucius Terentius Iunior Homullus a las ninfas de las aguas.



La historia del mosaico de Hilas y las ninfas del Museo de León

El mosaico de Hilas y las Ninfas fue descubierto en el sitio de Los Villares en la localidad de Quintana del Marco, cerca de La Bañeza. Las primeras noticias sobre hallazgos arqueológicos en la zona aparecen en el Libro de Actas de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de León en 1898. En el acta correspondiente al día 16 de mayo de 1898 Ramón Álvarez de la Braña da noticia del descubrimiento de un mosaico geométrico por parte de Pascual Vivas, vecino de Quintana del Marco, del que muestra un fragmento. A raíz de este descubrimiento se formó una comisión para visitar el lugar y se realizaron tres excavaciones en las que aparecieron mosaicos de distintas formas geométricas y un busto de mármol. También se da cuenta de otros fragmentos escultóricos y cerámicas recogidos anteriormente por el dueño de la finca Pascual Vivas.

La primera mención a la existencia del mosaico de Hilas tiene lugar en la sesión del 25 de enero de 1900 en la que Ramón Álvarez de la Braña informa de que “se han encontrado por Don Darío de la Mata en unas tierras de su propiedad varias preciosidades arqueológicas, entre ellas trozos de mosaicos, dos estatuas de mármol y monedas”. Sin embargo, es más relevante la carta recogida en el Boletín de la Real Academia de La Historia del año 1900 por Juan de Dios de la Rada y Delgado escrita por Darío de la Mata relatando los hechos referentes al hallazgo de los mosaicos. Es el primero en describir cómo algunos teselados hallados por Pascual Vivas fueron destruidos para ser colocados en los hogares de los vecinos. Da noticia también de la venta del busto de mármol encontrado por el mismo vecino así como de otros dos vendidos a un anticuario de Madrid. El mismo Darío de la Mata decidió emprender sus propias excavaciones hallando varios pavimentos que fueron destruidos por los vecinos de Quintana del Marco. En una de sus excavaciones descubrió el mosaico de Hilas que, según dice, era de 16 metros cuadrados, pero decidió cortarlo y sacar sólo el emblema central. De esta forma llevó el mosaico a su casa donde se encontraba por el momento y le hizo una foto que envió a Fidel Fita y que se publicó también en el Boletín. A pesar de que De la Rada identifica perfectamente el tema representado, en el acta del 28 de abril de 1900 de la Comisión Provincial de Monumentos se habla de “una alegoría que se supone los orígenes del río Órbigo”. Sin embargo, esta errónea interpretación no será aceptada por los expertos ni divulgada en más ocasiones.

Entre 1906 y 1908 Manuel Gómez-Moreno visita Quintana del Marco y nos deja la más completa descripción del mosaico que se encontraba en casa del mencionado Darío de la Mata, ya separado del teselado octogonal que le acompañaba y que también es cuidadosamente descrito. La escena de Hilas, según la descripción de Gómez-Moreno, parecía mantenerse completa y nos da las medidas de 4 por 4 metros que tenía inicialmente el mosaico.

En 1919 el Estado intentó adquirir el mosaico por 21.000 pesetas pero la venta no prosperó por lo que en 1929 el propietario lo cede en depósito a la Comisión de Monumentos. Las gestiones debieron proseguir sin  mucho éxito ya que todavía en 1931 Darío de la Mata ofrece el mosaico en venta o depósito al Museo de León por situarse en un lugar mal acondicionado para su conservación. Por fin ingresa en San Marcos en el año 1934 en calidad de depósito. Según Ursicina Martínez, conservadora del museo, estaba “rajado y con muchísimos trozos saltados”.

Es evidente que durante tantos años en manos particulares y sin los cuidados necesarios el mosaico sufrió graves problemas de conservación, que no serían los únicos ni los más agresivos. En 1934 y con el estallido de la Guerra Civil San Marcos de León se convirtió en trinchera para los soldados republicanos. En el mismo año se comunica a la Dirección General de Bellas Artes que “los soldados han roto un trozo del mosaico en depósito”. En 1936 el museo se convierte en cuartel de la Falange y el mosaico es brutalmente pisoteado hasta destruir el rostro de Hilas casi por completo, desfigurando en gran medida el aspecto del joven argonauta.

Durante la restauración de Pablo Yagüe de 1992 se descubrió en la plancha posterior la fecha y las iniciales de los encargados de la primera restauración. Según estos datos sabemos que ésta se llevó a cabo en 1940 por parte de los operarios del Museo Arqueológico Nacional. Poco más tarde, en 1944 se realizó una limpieza tal y como especifica el conservador del museo Matías Morais en el Inventario General, a pesar de la cual afirma que su estado de conservación es malo: “en la figura varonil faltan las teselas de la mayor parte del cuerpo y cabeza [..] así mismo con todo el  busto y brazos”.

En el año 1959 la mala conservación del mosaico obligó a Eladio Isla, entonces Director del Museo, a realizar una nueva intervención protegiendo las lagunas con un mortero rojizo sobre el que se dibujaron, de forma un tanto distorsionada, los rasgos perdidos. Cabe pensar que la restauración fue suficiente para garantizar el buen estado del teselado pero una carta de José María Luengo (Delegado Provincial del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas) al Director del museo nos pone sobre aviso de la verdadera y penosa situación de Hilas y las ninfas: “En mi última visita, quedé aterrado… El mosaico de Hilas que, con grandes esfuerzos y trabajos logré llevar ahí, venciendo resistencias, lo vi fracturado y fuera del cajón donde estuvo colocado… y otras muchas cosas desagradables”.

Sin embargo, restauración de Eladio Isla consiguió evitar la disgregación teselar del mosaico que permaneció en un estado de conservación aceptable hasta el año 1992, cuando por fin se planteó una restauración completa con criterios modernos y realizada por Pablo Yagüe. Desde entonces la situación del teselado no ha cambiado mucho ya que su estado de conservación es bueno y se encuentra expuesto en el Museo de León como una de las obras maestras de la colección.