El mosaico de Hilas y las Ninfas fue descubierto
en el sitio de Los Villares en la localidad de Quintana del Marco, cerca de La
Bañeza. Las primeras noticias sobre hallazgos arqueológicos en la zona aparecen
en el Libro de Actas de la Comisión
Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de León en 1898. En
el acta correspondiente al día 16 de mayo de 1898 Ramón Álvarez de la Braña da
noticia del descubrimiento de un mosaico geométrico por parte de Pascual Vivas,
vecino de Quintana del Marco, del que muestra un fragmento. A
raíz de este descubrimiento se formó una comisión para visitar el lugar y se
realizaron tres excavaciones en las que aparecieron mosaicos de distintas
formas geométricas y un busto de mármol. También se da cuenta de otros
fragmentos escultóricos y cerámicas recogidos anteriormente por el dueño de la
finca Pascual Vivas.
La primera mención a la existencia del mosaico de
Hilas tiene lugar en la sesión del 25 de enero de 1900 en la que Ramón Álvarez
de la Braña informa de que “se han
encontrado por Don Darío de la Mata en unas tierras de su propiedad varias
preciosidades arqueológicas, entre ellas trozos de mosaicos, dos estatuas de
mármol y monedas”. Sin
embargo, es más relevante la carta recogida en el Boletín de la Real Academia de La Historia del año 1900 por Juan de
Dios de la Rada y Delgado escrita por Darío de la Mata relatando los hechos
referentes al hallazgo de los mosaicos. Es el primero en describir cómo algunos teselados hallados por Pascual
Vivas fueron destruidos para ser colocados en los hogares de los vecinos. Da
noticia también de la venta del busto de mármol encontrado por el mismo vecino
así como de otros dos vendidos a un anticuario de Madrid. El mismo Darío de la
Mata decidió emprender sus propias excavaciones hallando varios pavimentos que
fueron destruidos por los vecinos de Quintana del Marco. En una de sus
excavaciones descubrió el mosaico de Hilas que, según dice, era de 16 metros
cuadrados, pero decidió cortarlo y sacar sólo el emblema central. De esta forma
llevó el mosaico a su casa donde se encontraba por el momento y le hizo una
foto que envió a Fidel Fita y que se publicó también en el Boletín.
A pesar de que De la Rada identifica perfectamente el tema representado, en el
acta del 28 de abril de 1900 de la Comisión Provincial de Monumentos se habla
de “una alegoría que se supone los
orígenes del río Órbigo”. Sin
embargo, esta errónea interpretación no será aceptada por los expertos ni
divulgada en más ocasiones.
Entre 1906 y 1908 Manuel Gómez-Moreno visita
Quintana del Marco y nos deja la más completa descripción del mosaico que se
encontraba en casa del mencionado Darío de la Mata, ya separado del teselado
octogonal que le acompañaba y que también es cuidadosamente descrito. La escena de Hilas, según la descripción de Gómez-Moreno, parecía
mantenerse completa y nos da las medidas de 4 por 4 metros que tenía
inicialmente el mosaico.
En 1919 el Estado intentó adquirir el mosaico por
21.000 pesetas pero la venta no prosperó por lo que en 1929 el propietario lo
cede en depósito a la Comisión de Monumentos. Las
gestiones debieron proseguir sin mucho
éxito ya que todavía en 1931 Darío de la Mata ofrece el mosaico en venta o
depósito al Museo de León por situarse en un lugar mal acondicionado para su
conservación. Por fin ingresa en San
Marcos en el año 1934 en calidad de depósito. Según Ursicina Martínez,
conservadora del museo, estaba “rajado y
con muchísimos trozos saltados”.
Es evidente que durante tantos años en manos
particulares y sin los cuidados necesarios el mosaico sufrió graves problemas
de conservación, que no serían los únicos ni los más agresivos. En 1934 y con
el estallido de la Guerra Civil San Marcos de León se convirtió en trinchera
para los soldados republicanos. En el mismo año se comunica a la Dirección
General de Bellas Artes que “los soldados
han roto un trozo del mosaico en depósito”. En
1936 el museo se convierte en cuartel de la Falange y el mosaico es brutalmente
pisoteado hasta destruir el rostro de Hilas casi por completo, desfigurando en
gran medida el aspecto del joven argonauta.
Durante la restauración de Pablo Yagüe de 1992 se
descubrió en la plancha posterior la fecha y las iniciales de los encargados de
la primera restauración. Según estos datos sabemos que ésta se llevó a cabo en
1940 por parte de los operarios del Museo Arqueológico Nacional.
Poco más tarde, en 1944 se realizó una limpieza tal y como especifica el
conservador del museo Matías Morais en el Inventario
General, a pesar de la cual afirma que su estado de conservación es malo: “en la figura varonil faltan las teselas de
la mayor parte del cuerpo y cabeza [..] así mismo con todo el busto y brazos”.
En el año 1959 la mala conservación del mosaico
obligó a Eladio Isla, entonces Director del Museo, a realizar una nueva
intervención protegiendo las lagunas con un mortero rojizo sobre el que se
dibujaron, de forma un tanto distorsionada, los rasgos perdidos. Cabe pensar que la restauración fue suficiente para garantizar
el buen estado del teselado pero una carta de José María Luengo (Delegado
Provincial del Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas) al Director del
museo nos pone sobre aviso de la verdadera y penosa situación de Hilas y las ninfas:
“En mi última visita, quedé aterrado… El
mosaico de Hilas que, con grandes esfuerzos y trabajos logré llevar ahí,
venciendo resistencias, lo vi fracturado y fuera del cajón donde estuvo
colocado… y otras muchas cosas desagradables”.
Sin embargo, restauración de Eladio Isla consiguió
evitar la disgregación teselar del mosaico que permaneció en un estado de
conservación aceptable hasta el año 1992, cuando por fin se planteó una
restauración completa con criterios modernos y realizada por Pablo Yagüe. Desde
entonces la situación del teselado no ha cambiado mucho ya que su estado de
conservación es bueno y se encuentra expuesto en el Museo de León como una de
las obras maestras de la colección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario